A estas alturas, lo más seguro es que cuando usted escucha acerca de los programas de Cohesión Social, lo primero que le viene a la mente está condicionado por todos los ataques que ha escuchado hacia los mismos: que no son transparentes, que esconden la peor de las corrupciones o que son tan solo una plataforma para la candidatura presidencial de la Primera Dama.
Y no conformes con ello, los titulares de los principales diarios del 1 de diciembre celebraban el hecho de que al aprobar el Presupuesto para el 2011, varias bancadas en el Congreso de la República se alegraron de ponerle “candados” al Programa de Transferencias Monetarias Condicionadas, Mi Familia Progresa.
Todo este panorama se resume en una idea general: la conservadora sociedad guatemalteca se niega rotundamente a volver la mirada hacia las personas más pobres de este país. Para muchos capitalinos, está bien que los “indios” sigan olvidados allá en la montaña y, más bien, deberían de dar gracias a Dios de que por lo menos tienen tortilla y chile para comer.
La realidad es que muy pocas veces en la historia habíamos presenciado un ataque más salvaje hacia un programa gubernamental. Se ha cuestionado en el pasado la ayuda a los ex PAC, el resarcimiento a los familiares de víctimas de la guerra interna o los proyectos de planificación familiar, pero ninguno se había enmarcado en una batalla tan retrógrada como la presenciada en estos tres últimos años.
Lo peor es que nada, absolutamente nada, han demostrado. Incesante ha sido la tarabilla que repite y repite los mismos vacíos argumentos. De nada sirvió que la CC violentara el derecho de confidencialidad de las personas beneficiarias, porque no encontraron anomalía alguna. Pero está claro: el propósito es desprestigiar el éxito de los programas, aunque múltiples instancias locales e internacionales le estén dando la razón a los mismos.
En esa lucha, la oligarquía más cerril y los sindicatos más espurios han cerrado filas. No hay diferencia alguna entre los ataques, generalmente infundados, de Oscar Clemente Marroquín de los que emite, con lujo de impunidad y grosería, el ultraderechista Mario David García. Igual blande su espada (que no su pluma) el siempre polémico Julio Ligorría (hoy al servicio incondicional del Partido Patriota) que la diputada Montenegro, ayer y hoy al servicio de la Familia Campero.
Y en medio de todo esto, uno se pregunta: si no logran demostrar la oscuridad que pregonan, ¿por que no han tenido la ética y la hidalguía de reconocer los logros efectivos de estos programas? ¿Será que algún día se propiciará un diálogo franco y de altura, acerca de los resultados generados por las transferencias condicionadas?
Y si usted no lo cree, lo invito a visitar este link y que, muy especialmente, analice los mapas ahí presentados: es el Índice de Avance Educativo Municipal elaborado y recientemente presentado por USAID:
En esta digresión, menciono una interesante cita de Silvia Tejeda, habitual detractora de estos Programas:
“Es inconcebible que para la autodenominada oposición política guatemalteca el mejor tiempo de este gobierno lo haya pasado entretenida investigando el papel de una primera dama animada en imponer programas sociales desacostumbrados y que esta actividad haya acumulado la mayor tiempo (sic) de quienes no están de acuerdo, denigrándola y denigrándose” (Silvia Tejeda, “Cuál oposición”. elPeriódico, jueves 2 de diciembre de 2010?
Todos nos hemos preguntado lo mismo. ¿Por qué tenemos una oposición política tan bagre? ¿Por qué el criterio político aldeano que nos rige, nos lleva a confundir oposición con destrucción?
No, con los candados no le cerraron la puerta a Mi Familia Progresa. Se la están cerrando al Avance Educativo Municipal, se la están cerrando a la ampliación de la cobertura educativa, se la están cerrando a las posibilidades de mejores controles de salud, se la están cerrando a las posibilidades de dinamizar las economías locales, se la están cerrando a la formación del capital humano del futuro. Se la están cerrando al desarrollo, se la están cerrando a la dignidad. ¡Y así dicen que apoyan a los programas!
¿Cuándo entenderán que los beneficiarios no son solo los que reciben Q300 mensuales de Mi Familia Progresa? ¿Habrá forma de que algún día visualicen que más jóvenes en Escuelas Abiertas, son más ciudadanos creativos y emprendedores? ¿Cuándo se darán cuenta de que miles de guatemaltecos han empezado a comer por lo menos dos tiempos, gracias a que existen los Comedores Solidarios? ¿Cuándo comprendenderán que una sociedad sin gente en la miseria, necesariamente es una mejor sociedad. ¿Es muy difícil entender que LOS BENEFICIARIOS SOMOS TODOS?
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