miércoles, 15 de diciembre de 2010

¡Siempre dijimos la verdad!

Ahora me encantaría ver las caras de todos aquellos que han hecho del programa Mi Familia Progresa, el objeto de sus deseos… de los más perversos, claro. Y es que durante meses, años ya, oligarcas, diputados y diputadas de oposición, civiles y militares, directores de medios, editores y reporteros así como observadores, analistas y, no se diga, aspirantes presidenciales, se han lanzado con todas las baterías contra el programa.

Pero la verdad llega, unas veces más tarde de lo necesario, pero llega. Y en el caso de Mi Familia Progresa, siempre dijimos la verdad: es una iniciativa que busca mejorar los vergonzosos indicadores de salud materno - infantil, mejorar la cobertura escolar, garantizando la permanencia de los estudiantes. ¡Y se ha empezado a lograr!

Ya lo decía Olivier de Schutter, Relator Especial de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, durante su visita del 3 al 5 de septiembre de 2009: Desde sus inicios, el gobierno actual ha tomado un gran número de iniciativas con miras a mejorar la situación de los segmentos más pobres de la población.... Entre dichas iniciativas hay una serie de programas que coordina el Consejo de Cohesión Social, y el más importante es Mi Familia Progresa, que en este momento da cobertura a 136 municipios identificados como los más pobres del país”.

Y lo dijeron también el Banco Mundial y la Universidad Rafael Landívar, el PNUD y USAID:

Video proyecto dialogo

AL FIN SE HACE JUSTICIA

Quizá los más sorprendidos fueron los detractores, cuando Acción Ciudadana, entidad no gubernamental, no precisamente proclive a Mi Familia Progresa, presentó este lunes 13 de diciembre de 2010 los resultados de su segunda auditoría al Programa, y de la cual los medios han destacado su hallazgo fundamental: “NO HAY INDICIOS DE CORRUPCIÓN NI CLIENTELISMO EN MIFAPRO”.

A falta de mayor sustancia, es decir, de hechos negativos que resaltar (como hubiera sido el deseo de los enemigos del Programa) el Informe se centra en aspectos periféricos, básicamente operativos, pero que en nada afectan la transparencia ni el cumplimiento de los objetivos.  Siempre hemos dicho que el programa no es perfecto, pero sí es perfectible.

Tanto el informe completo como un resumen del mismo, pueden localizarse en este espacio.

QUE VENGA EL DEBATE

Siempre hemos creído y estimulado el debate serio. Creo que con los informes citados, además de las rendiciones de Cuentas cuatrimestrales y la información que se puede obtener en la página del programa, está demostrada hasta la saciedad la transparencia y eficiencia del mismo.

Afortunadamente, aunque aún a regañadientes, algunos de los detractores de oficio han empezado a reconocer los logros:

“No sólo el programa funciona sino que, además, Acción Ciudadana confirmó ayer que su manejo no hay evidencias de corrupción. Algo que ya Nineth Montenegro había tenido oportunidad de verificar, al anotar que a lo más que se llegaba era a la duplicación de beneficios para 126 familias. Una nimiedad en una operación que abarca casi a 700 mil familias. En suma, Mi Familia Progresa fue crucial en 2010 para evitar que hubiese más pobres en Guatemala y que los que ya hay se hundieran en la miseria”.

Otros, lamentablemente, siguen fieles a su agenda politiquero –mediática, tal el caso de La Hora, cuya nota publicada ayer, lunes 13 de diciembre de 2010, gravita entre lo irrisorio y lo ridículo, al desinformar a sus lectores de una manera asqueante:

Artículo en La Hora

Basta, entonces, de ataques politiqueros y sin fundamento, como los que se han producido desde el Congreso de la República o ciertos medios de comunicación y que NUNCA lograron demostrar anomalías.

Que venga ahora el debate pero alrededor de los temas sustantivos: cómo está mejorando el país su cobertura educativa, cómo se ha reducido el ausentismo escolar, cómo se pueden mejorar los servicios de salud y educación para hacer aún más eficiente el Programa, en fin, es urgente pasar del ataque a la propuesta.

Por nuestra parte, estamos satisfechos de que por fin se empiece a volver la vista hacia los resultados del Programa, sin dejar de reconocer la importancia de la fiscalización ciudadana, más eficiente cuánto menos despolitizada. Lo digo con la boca llena: “SIEMPRE DIJIMOS LA VERDAD”.

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