El calendario 2010 está muy cerca de caer para siempre, y durante esta época se acostumbra hacer un recuento de todo lo ocurrido durante los meses precedentes. Lo hacemos en lo individual y también es uno de los ejercicios favoritos de la prensa, un poco para compensar la falta de información amarillista.
Ayer, precisamente, un matutino practicaba un curioso ejercicio periodístico acerca del comportamiento de los presupuestos para seguridad y Salud y concluía que estos se estancaron en los últimos 10 años. Asume que, a más población, más alto presupuesto, lo cual así debería ser. El problema es que un presupuesto no necesariamente implica tener recursos reales.
En otras palabras, disponer de un elevado presupuesto no necesariamente implica que va a dar los resultados adecuados. Así se practicó durante muchas administraciones, pero es hasta ahora cuando se da un salto de calidad, al focalizar los recursos hacia las áreas prioritarias.
Un ejemplo de lo anterior es una conclusión plasmada en el reportaje, en cuanto a Educación: “Para el Ministerio las circunstancias han sido mejores, con un crecimiento de hasta el 39.2% en 2009, pero, al quitarle lo que corresponde a Mi Familia Progresa, queda en 25.2%”.
¿Por qué quitarle lo de Mi Familia Progresa? A estas alturas no se ha entendido que mejorar la cobertura de primaria nunca se lograría si no se estimulara a las familias que viven en la miseria a enviar a sus hijos a la escuela. Y tampoco se ha comprendido que el mejor estímulo, aquí, en Brasil, en Colombia o en Chile, ha sido ayudarlas con dinero (condicionado) para evitar que los menores tengan que dedicarse al trabajo infantil.
A estas alturas no solo la oposición política ha entendido que estos programas son eficientes, tanto así que hasta hacen propaganda con Mifapro. Pero los políticos no importan. Lo han reconocido entidades como el PNUD, el BID, el BM y Usaid, y muy pronto se conocerán los resultados de la línea basal.
Que el 27% de la matrícula escolar corresponda a beneficiarios de este programa es un logro imposible de alcanzar “si al Mineduc se le quita el dinero de Mifapro”.
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