(Publicado en Diario de Centroamérica, edición del 11 de enero de 2011)
El matutino Siglo 21 tiene un nombre por demás paradójico: aunque pretende ubicarse como símbolo del nuevo milenio, sus directores y editores tienen una mentalidad medieval que impide cualquier signo de modernidad en sus páginas. “Cohesión se consolida, en deuda con la seguridad e infraestructura”, rezaba su titular de la portada de ayer.
El tema es abordado, para variar, desde una óptica simplista: cuánto se ha invertido en los programas de Cohesión Social y cuánto se ha dejado de invertir en seguridad e infraestructura. Es decir, como si se tratase de un mero asunto mercantil, se pretende reducir el éxito de programas como Mi Familia Progresa, Escuelas Abiertas o Bolsa Solidaria a un mero asunto de dinero.
A pesar de tener los datos, en ningún momento el reportaje hace la mínima mención de que, gracias a esos recursos, fue posible que se practicaran más de 7.2 millones de consultas médicas. Se critica mucho el sistema de Salud, pero nunca se dice cuántas vidas se salvaron gracias a la asistencia que provee Mifapro.
Y tampoco se dice ni media palabra de los más de 1.7 millones de estudiantes que lograron culminar su grado escolar en 2010. Para Siglo 21, lo único importante es el pisto: “Cohesión Social, el programa corazón”, como lo llamó aquel día (el Presidente Álvaro Colom), avanzó hacia su consolidación durante 2010. Así lo evidencian los montos de inversión en el Consejo, así como el incremento de los beneficiarios". ¿Pero...y los avances?
Así es la mentalidad aldeana de nuestra prensa (con el debido respeto de quienes viven en aldeas, pero lo asumen con grandeza). Lo confirma Luis Marroquín, exfuncionario de Berger y director del rotativo: “Los cuestionados programas de Cohesión Social, empañados por una inversión poco transparente y señalados de servir como plataforma de la campaña electoral de Sandra Torres de Colom…”. Este señor no se ha enterado del reciente informe de Acción Ciudadana sobre Mifapro, que la exime de tales mitos.
Ocurre que la desinformación es parte de la agenda política de los medios y que los equipara a esos poderes paralelos que se regodean en la impunidad.
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