lunes, 17 de enero de 2011

Tres Años de Socialdemocracia

Mi Familia Progresa, esencia de la propuesta socialdemócrata guatemalteca.
El 14 de enero de 2008, hace tres años por estos días, bajo la dirección del ingeniero Álvaro Colom se instauró el primer gobierno de corte socialdemócrata en Guatemala de los tiempos modernos. Esto último lo remarco, porque su referente más cercano sin duda lo representa el arevalismo de mediados del siglo pasado.
Colom ha sido el primer presidente que se ubica en el centro izquierda de la política nacional. Si bien es cierto, Vinicio Cerezo dirigió el primer gobierno socialcristiano, ubicado ideológicamente en el centro derecha.
Sabemos que muchos objetan la identificación de este régimen con la socialdemocracia, pero lo hacen más con el afán de descalificar a Álvaro Colom, la persona, que las motivaciones de su política social. Pero la verdad es que nadie ha podido justificar sus cuestionamientos, y los argumentos gravitan entre lo baladí y lo infantil.
Los más radicales de izquierda, por ejemplo, sostienen que, a estas alturas, un gobierno de la Socialdemocracia tendría que estar quitando y repartiendo tierras ociosas, nacionalizando las empresas del Estado que fueron privatizadas, y cerrando las puertas a la inversión extranjera o estatizando la banca privada.
Esto ocurre porque entre izquierdistas y liberales ha sido muy común la creencia de que la socialdemocracia persiste en su objetivo original de ser una vía hacia la construcción del socialismo por medios no violentos, es decir, apartándose de las tesis y demás ortodoxia del marxismo. Su fin en la actualidad, es impulsar reformas económicas, sociales y políticas desde la esfera del Estado, a fin de humanizar las condiciones dramáticas generadas por el capitalismo salvaje.
Por otro lado, la socialdemocracia se asienta sobre valores que constituyen los rasgos de su paradigma, tales la justicia social, la solidaridad, la responsabilidad, el humanismo y el progresismo.
En Guatemala, si bien han existido corrientes socialdemócratas históricas, básicamente las representadas por Manuel Colom Argueta, Adolfo Mijangos López y otros, desde la plataforma de izquierda democrática construida entre finales de los años 50 y finales de los años 70, o por Alberto Fuentes Mohr, quien también sustentó tales ideales en diversos frentes políticos, las mismas se sustentaban en los principios de la Revolución de 1944-54 y constituían una respuesta a las condiciones políticas determinadas por el conflicto armado interno.
Los socialdemócratas de hoy, ya sean de Europa o de acá, han tenido que reformular su propia praxis política, en la búsqueda de salidas a las condiciones establecidas por el neoliberalismo. Es decir, si el liberalismo se transformó de acuerdo con las condiciones del proceso globalizador, la socialdemocracia tuvo que hacer otro tanto, para enfrentarse con éxito a ese nuevo auge del capitalismo a ultranza.
Es por ello que Álvaro Colom instaura una nueva era socialdemócrata en el país. Y para entenderlo, basta evaluar las siguientes propuestas:

1. El Gobierno de Colom es el primero en darle al Estado un carácter esencialmente social, al subsidiar de manera directa a quienes tienen menos recursos, mejor dicho, a quienes viven en la miseria. Si ello no es un principio socialdemócrata, es difícil que algo más lo sea.

2. La iniciativa socialdemócrata permitió que en estos tres años se practicaran 7,241,141 consultas en la red de Salud del área rural, salvando incontables miles de vidas, especialmente de niños y niñas. Además, 1,515,772 alumnos y alumnas pudieron inscribirse en la escuela y, lo más importante: pudieron terminar su ciclo escolar;

3. Gracias a la Socialdemocracia, más de 240,000 niños, adolescentes y jóvenes, en lugar de ser criminalizados, le han demostrado a la sociedad que, con un pequeño soporte, son capaces de desarrollar su potencial creativo. ¿El medio? Escuelas Abiertas;

4. Si no hubiese un régimen socialdemócrata, millones de personas no hubiesen logrado saciar su necesidad de un desayuno o un almuerzo. Pero esto fue posible por los precios supereconómicos de cada tiempo de comida en los Comedores Solidarios;

5. En estos tres años se agravó la crisis de seguridad, es cierto. No obstante, en estos tres años se han empezado a revertir las causas que determinaron esa crisis, aunque la demanda cínica de una sociedad que antes fue tolerante ante la irresponsabilidad de sus gobernantes en este asunto, se ha concentrado en atacar los efectos, no las causas.

6. Pero más importante que estos resultados: en estos tres años el ser humano ha vuelto a ser colocado como centro de la acción del Estado y ello, nadie que se precie de conocer, siquiera de manera somera los principios socialistas democráticos, lo puede negar.

De manera que no se trata de construir un sistema socialdemócrata. De hecho, no hay ningún país donde exista un sistema como tal. Lo que hay, como indicaba, son respuestas ante los graves efectos de las carencias sociales rezagadas durante siglos, y acentuadas por las medidas neoliberales.

Esos rezagos empiezan a revertirse y, obviamente, no van a aparecer en los discursos descalificadores de la oposición. Van a aparecer, eso sí, al consultar el Índice de Avance Educativo Municipal (USAID); el Índice de Desarrollo Humano (PNUD); en el Informe Expandiendo Oportunidades (Banco Mundial); en la Línea Base de Mi Familia Progresa que muy pronto presentará el Instituto Nacional de Salud Pública de México. Pero, más que todo, en las caritas de esa gente de nuestro pueblo que hasta hace poco empezó a sonreír.

Hay resultados. Hay evidencias. Hay esperanzas de un mejor futuro social. Álvaro Colom ha dado un paso firme para ser reconocido en la historia: es el gobernante que ha colocado la primera piedra de la restauración socialdemócrata en Guatemala.

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