martes, 3 de mayo de 2011

El petate del Sapo (Cabrera)

 

Publicado en Diario de Centro América, martes 3 de mayo de 2011

Delictiva. Así debería calificarse la acción presentada por Alfonso el Sapo Cabrera en nombre de sus excolegas de la Asamblea Nacional Constituyente, por medio de la cual pretende que el TSE impida la inscripción de Sandra Torres como candidata presidencial de la alianza UNE-Gana.

¿Por qué delictiva? Cierto es que a cualquier ciudadano le asiste el derecho de petición. En esta oportunidad, el resucitado Cabrera lo hace en nombre de la Asociación de Exconstituyentes. El problema es que en su petición asume que esta entidad está facultada para interpretar la Carta Magna, es decir, se erige en un organismo paralelo del Estado. Un golpe de Estado, pues.

“Manifestamos que el espíritu del inciso C del Artículo 186 de nuestra Constitución Política es evitar que el Presidente de la República aproveche su situación de privilegio para favorecer con recursos del Estado a un pariente suyo con el fin de promoverlo a la sucesión presidencial, violando así el principio de alternabilidad en el poder, rompiendo el orden constitucional y la institucionalidad democrática”.

Fíjese que de una vez emiten juicio. ¿Dónde en la Constitución, o en cualesquier instrumentos rectores del ordenamiento jurídico, se indica que los exconstituyentes son el espíritu de la Constitución? ¿Dónde dice que están facultados para emitir opiniones que solo le competen a otro órgano? Antes bien, lo que indica el texto, en su artículo 7 de las Disposiciones Transitorias y Finales es: “Disolución de la Asamblea Nacional Constituyente: (…) el día 14 de enero de 1986, la Asamblea Nacional Constituyente de la República de Guatemala, electa el 1.º de julio de 1984, dará por terminadas sus funciones y por agotado su mandato ese mismo día, procediendo a disolverse". Punto.

Aunque algunos ignorantes le dan carta de naturaleza a esta asociación argumentando que “son los más adecuados para decir sobre el propio espíritu de su contenido”, la verdad es que en lugar de darle trámite debería procesarse a quienes promueven esta acción delictiva. Al diablo el Sapo y su petate.

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