lunes, 23 de mayo de 2011

Otto Pérez, perversas realidades; trágicas mentiras


La sociedad guatemalteca no terminaba de salir de su estupor ante la masacre perpetrada en una fina de La Libertad, Petén, por un grupo de Zetas o paramilitares al servicio del narcotráfico. Hecho espantoso que hacía recordar los tiempos más oscuros del enfrentamiento armado, cuando era el Ejército el encargado de cometer barbaridades de este tipo.
Y sin embargo, el presidenciable del partido Patriota, Otto Pérez Molina, en una deleznable actitud electorera, se lanzaba a grabar un spot para sacarle al suceso el mayor provecho electoral. Cero propuesta; todo oportunismo, corrió a grabar un spot donde se declara “indignado” por la muerte de estos humildes campesinos. ¿Será que así se declaraba cuando, a principios de los 80, las huestes a su servicio hacían lo mismo en la región Ixil?
Quizá lo más indignante es la demencia que finge ahora este chafarote, al negarse a reconocer su responsabilidad en la reducción del Ejército “más allá de lo que establecen los Acuerdos de paz”. En 2004, el entonces mandatario Óscar Berger anunció la medida y Pérez Molina estaba junto a él al momento de hacerlo público, según cita un cable de la agencia Ap de la época. El general era, ni más ni menos que su Comisionado Presidencial de Seguridad.
“Este es un hecho histórico y sin precedentes… se trata de un cambio en la existencia nacional”, dijo el mandatario al presentar el programa ante diplomáticos y oficiales.
Pero recientemente, en declaraciones a Emisoras Unidas del lunes 16 de mayo de 2011, el aspirante presidencial curiosamente pretende separarse de aquel proceso: “…la decisión anterior fue del presidente, no fue de Otto Pérez. La decisión anterior fue del Presidente”, recalcó.

Pero se contradijo más adelante cuando afirmó a la misma radioemisora, ante una pregunta del periodista Felipe Valenzuela, que él propuso dicho recorte de elementos militares como parte del proceso de modernización de las fuerzas armadas. “El plan lo que estaba buscando era la modernización del ejército, lo que se estaba buscando es decir se van a reducir 4,000 o 5,000 efectivos pero se va mejorar la calidad, Estábamos mejorando calidad por cantidad y la calidad cuesta dinero”.

Por si no fuera suficiente, el colega Sergio de León de la agencia AP, reportó en el cable arriba citado (abril de 2004) lo siguiente: “El Ejército de Guatemala cuenta con 27,000 hombres y la meta es que en los próximos dos meses quede con 15,500, explicó el general retirado y asesor presidencial de defensa y seguridad Otto Pérez”. Agregó que “Estamos trabajando sobre el balance razonable de las fuerzas, eso quiere decir que el El Salvador tiene 16,000 efectivos, Nicaragua 14,500 y Honduras 12,000”.
A continuación –señala el cable de AP- Pérez Molina subrayó: “El plan cerrará ocho de las 13 bases militares y 60 destacamentos existentes, explicó el asesor presidencial”.
Hasta aquí, ni una sola palabra que justifique la famosa modernización castrense mencionada ahora por Pérez.
El único que advirtió las reales intenciones de este proceso  (honor a quien honor merece) fue el coronel y analista en temas de Seguridad, Mario Mérida, quien enfatizó: “ Guatemala pierde  su capacidad de disuasión no solo ante conflictos armados, sino para enfrentar amenazas como el narcotráfico, que preocupa a Estados Unidos, el trasiego de armas, el terrorismo”.
Y, volviendo al tema de la modernización, el Plan no era otra cosa que la desmovilización siguiente:
Cuadro 7. Proceso de Reducción de Efectivos del Ejército de Guatemala
Fecha
Efectivos
Reducción
Quedan
Enero 1996
54,875
---
52,875
Septiembre 1996
54,875
4,715
50,160
Octubre  de 1997
50.160
3,260
46,900
Diciembre de 1997
46,900
13,293
33,607
Enero de 1998
33,607
2,148
31,423
Octubre de 2003
31,423
4,209
27,214
Junio de 2004
27,214
11,214
15,500

Fuente: Modernización del Ejército de Guatemala. ppt del Ejército, cuadro 22, Guatemala, abril  2004

Este es otro ejemplo de cómo se ha impulsado la excusa de la reducción como pretexto de la modernización: “Esa gestión tuvo lugar como parte del decurso de modernización del Ejército, el cual se entiende  como: “realizar el proceso de modernización y transformación del Ejército de Guatemala por medio de una reducción y readecuación de sus fuerzas dentro de un marco de eficiencia, que posea capacidad y flexibilidad para adecuarse con la rapidez que las amenazas lo demanden”. Idem, fuente del cuadro anterior.

En conclusión, la tal modernización que ahora alega Pérez Molina en ningún momento fue propuesta y menos por él (no hay registros que lo demuestren), ya que todo se limitó a reducir el número de efectivos castrenses y de bases militares.
El espíritu de la modernización, tal como está plasmado en el Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Papel del Ejército en una Sociedad Democrática, también se refería a temas de fondo como promover cambios en la doctrina del Ejército, en sus métodos y en su sistema educativo.
Modernización o no, el caso es que sobre la reducción de elementos y emplazamientos militares pesa ahora la certeza de que fue una perversa acción coordinada entre Berger y Pérez y cuya finalidad no era otra que abrir los corredores por donde hoy el narcotráfico se pasea a su sabor y antojo. Cada vez está más claro, aunque más de alguno finja demencia.

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