viernes, 17 de diciembre de 2010

Es mucho más que pisto

El calendario 2010 está muy cerca de caer para siempre, y durante esta época se acostumbra hacer un recuento de todo lo ocurrido durante los meses precedentes. Lo hacemos en lo individual y también es uno de los ejercicios favoritos de la prensa, un poco para compensar la falta de información amarillista.

Ayer, precisamente, un matutino practicaba un curioso ejercicio periodístico acerca del comportamiento de los presupuestos para seguridad y Salud y concluía que estos se estancaron en los últimos 10 años. Asume que, a más población, más alto presupuesto, lo cual así debería ser. El problema es que un presupuesto no necesariamente implica tener recursos reales.

En otras palabras, disponer de un elevado presupuesto no necesariamente implica que va a dar los resultados adecuados. Así se practicó durante muchas administraciones, pero es hasta ahora cuando se da un salto de calidad, al focalizar los recursos hacia las áreas prioritarias.

Un ejemplo de lo anterior es una conclusión plasmada en el reportaje, en cuanto a Educación: “Para el Ministerio las circunstancias han sido mejores, con un crecimiento de hasta el 39.2% en 2009, pero, al quitarle lo que corresponde a Mi Familia Progresa, queda en 25.2%”.

¿Por qué quitarle lo de Mi Familia Progresa? A estas alturas no se ha entendido que mejorar la cobertura de primaria nunca se lograría si no se estimulara a las familias que viven en la miseria a enviar a sus hijos a la escuela. Y tampoco se ha comprendido que el mejor estímulo, aquí, en Brasil, en Colombia o en Chile, ha sido ayudarlas con dinero (condicionado) para evitar que los menores tengan que dedicarse al trabajo infantil.

A estas alturas no solo la oposición política ha entendido que estos programas son eficientes, tanto así que hasta hacen propaganda con Mifapro. Pero los políticos no importan. Lo han reconocido entidades como el PNUD, el BID, el BM y Usaid, y muy pronto se conocerán los resultados de la línea basal.

Que el 27% de la matrícula escolar corresponda a beneficiarios de este programa es un logro imposible de alcanzar “si al Mineduc se le quita el dinero de Mifapro”.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

¡Siempre dijimos la verdad!

Ahora me encantaría ver las caras de todos aquellos que han hecho del programa Mi Familia Progresa, el objeto de sus deseos… de los más perversos, claro. Y es que durante meses, años ya, oligarcas, diputados y diputadas de oposición, civiles y militares, directores de medios, editores y reporteros así como observadores, analistas y, no se diga, aspirantes presidenciales, se han lanzado con todas las baterías contra el programa.

Pero la verdad llega, unas veces más tarde de lo necesario, pero llega. Y en el caso de Mi Familia Progresa, siempre dijimos la verdad: es una iniciativa que busca mejorar los vergonzosos indicadores de salud materno - infantil, mejorar la cobertura escolar, garantizando la permanencia de los estudiantes. ¡Y se ha empezado a lograr!

Ya lo decía Olivier de Schutter, Relator Especial de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, durante su visita del 3 al 5 de septiembre de 2009: Desde sus inicios, el gobierno actual ha tomado un gran número de iniciativas con miras a mejorar la situación de los segmentos más pobres de la población.... Entre dichas iniciativas hay una serie de programas que coordina el Consejo de Cohesión Social, y el más importante es Mi Familia Progresa, que en este momento da cobertura a 136 municipios identificados como los más pobres del país”.

Y lo dijeron también el Banco Mundial y la Universidad Rafael Landívar, el PNUD y USAID:

Video proyecto dialogo

AL FIN SE HACE JUSTICIA

Quizá los más sorprendidos fueron los detractores, cuando Acción Ciudadana, entidad no gubernamental, no precisamente proclive a Mi Familia Progresa, presentó este lunes 13 de diciembre de 2010 los resultados de su segunda auditoría al Programa, y de la cual los medios han destacado su hallazgo fundamental: “NO HAY INDICIOS DE CORRUPCIÓN NI CLIENTELISMO EN MIFAPRO”.

A falta de mayor sustancia, es decir, de hechos negativos que resaltar (como hubiera sido el deseo de los enemigos del Programa) el Informe se centra en aspectos periféricos, básicamente operativos, pero que en nada afectan la transparencia ni el cumplimiento de los objetivos.  Siempre hemos dicho que el programa no es perfecto, pero sí es perfectible.

Tanto el informe completo como un resumen del mismo, pueden localizarse en este espacio.

QUE VENGA EL DEBATE

Siempre hemos creído y estimulado el debate serio. Creo que con los informes citados, además de las rendiciones de Cuentas cuatrimestrales y la información que se puede obtener en la página del programa, está demostrada hasta la saciedad la transparencia y eficiencia del mismo.

Afortunadamente, aunque aún a regañadientes, algunos de los detractores de oficio han empezado a reconocer los logros:

“No sólo el programa funciona sino que, además, Acción Ciudadana confirmó ayer que su manejo no hay evidencias de corrupción. Algo que ya Nineth Montenegro había tenido oportunidad de verificar, al anotar que a lo más que se llegaba era a la duplicación de beneficios para 126 familias. Una nimiedad en una operación que abarca casi a 700 mil familias. En suma, Mi Familia Progresa fue crucial en 2010 para evitar que hubiese más pobres en Guatemala y que los que ya hay se hundieran en la miseria”.

Otros, lamentablemente, siguen fieles a su agenda politiquero –mediática, tal el caso de La Hora, cuya nota publicada ayer, lunes 13 de diciembre de 2010, gravita entre lo irrisorio y lo ridículo, al desinformar a sus lectores de una manera asqueante:

Artículo en La Hora

Basta, entonces, de ataques politiqueros y sin fundamento, como los que se han producido desde el Congreso de la República o ciertos medios de comunicación y que NUNCA lograron demostrar anomalías.

Que venga ahora el debate pero alrededor de los temas sustantivos: cómo está mejorando el país su cobertura educativa, cómo se ha reducido el ausentismo escolar, cómo se pueden mejorar los servicios de salud y educación para hacer aún más eficiente el Programa, en fin, es urgente pasar del ataque a la propuesta.

Por nuestra parte, estamos satisfechos de que por fin se empiece a volver la vista hacia los resultados del Programa, sin dejar de reconocer la importancia de la fiscalización ciudadana, más eficiente cuánto menos despolitizada. Lo digo con la boca llena: “SIEMPRE DIJIMOS LA VERDAD”.

viernes, 3 de diciembre de 2010

¡Beneficiarios somos todos!

A estas alturas, lo más seguro es que cuando usted escucha acerca de los programas de Cohesión Social, lo primero que le viene a la mente está condicionado por todos los ataques que ha escuchado hacia los mismos: que no son transparentes, que esconden la peor de las corrupciones o que son tan solo una plataforma para la candidatura presidencial de la Primera Dama.

Y no conformes con ello, los titulares de los principales diarios del 1 de diciembre celebraban el hecho de que al aprobar el Presupuesto para el 2011, varias bancadas en el Congreso de la República se alegraron de ponerle “candados” al Programa de Transferencias Monetarias Condicionadas, Mi Familia Progresa.

Todo este panorama se resume en una idea general: la conservadora sociedad guatemalteca se niega rotundamente a volver la mirada hacia las personas más pobres de este país. Para muchos capitalinos, está bien que los “indios” sigan olvidados allá en la montaña y, más bien, deberían de dar gracias a Dios de que por lo menos tienen tortilla y chile para comer.

La realidad es que muy pocas veces en la historia habíamos presenciado un ataque más salvaje hacia un programa gubernamental. Se ha cuestionado en el pasado la ayuda a los ex PAC, el resarcimiento a los familiares de víctimas de la guerra interna o los proyectos de planificación familiar, pero ninguno se había enmarcado en una batalla tan retrógrada como la presenciada en estos tres últimos años.

Lo peor es que nada, absolutamente nada, han demostrado. Incesante ha sido la tarabilla que repite y repite los mismos vacíos argumentos. De nada sirvió que la CC violentara el derecho de confidencialidad de las personas beneficiarias, porque no encontraron anomalía alguna. Pero está claro: el propósito es desprestigiar el éxito de los programas, aunque múltiples instancias locales e internacionales le estén dando la razón a los mismos.

En esa lucha, la oligarquía más cerril y los sindicatos más espurios han cerrado filas. No hay diferencia alguna entre los ataques, generalmente infundados, de Oscar Clemente Marroquín de los que emite, con lujo de impunidad y grosería, el ultraderechista Mario David García. Igual blande su espada (que no su pluma) el siempre polémico Julio Ligorría (hoy al servicio incondicional del Partido Patriota) que la diputada Montenegro, ayer y hoy al servicio de la Familia Campero.

Y en medio de todo esto, uno se pregunta: si no logran demostrar la oscuridad que pregonan, ¿por que no han tenido la ética y la hidalguía de reconocer los logros efectivos de estos programas? ¿Será que algún día se propiciará un diálogo franco y de altura, acerca de los resultados generados por las transferencias condicionadas?

Y si usted no lo cree, lo invito a visitar este link y que, muy especialmente, analice los mapas ahí presentados: es el Índice de Avance Educativo Municipal elaborado y recientemente presentado por USAID:



En esta digresión, menciono una interesante cita de Silvia Tejeda, habitual detractora de estos Programas:

“Es inconcebible que para la autodenominada oposición política guatemalteca el mejor tiempo de este gobierno lo haya pasado entretenida investigando el papel de una primera dama animada en imponer programas sociales desacostumbrados y que esta actividad haya acumulado la mayor tiempo (sic) de quienes no están de acuerdo, denigrándola y denigrándose” (Silvia Tejeda, “Cuál oposición”. elPeriódico, jueves 2 de diciembre de 2010?

Todos nos hemos preguntado lo mismo. ¿Por qué tenemos una oposición política tan bagre? ¿Por qué el criterio político aldeano que nos rige, nos lleva a confundir oposición con destrucción?

No, con los candados no le cerraron la puerta a Mi Familia Progresa. Se la están cerrando al Avance Educativo Municipal, se la están cerrando a la ampliación de la cobertura educativa, se la están cerrando a las posibilidades de mejores controles de salud, se la están cerrando a las posibilidades de dinamizar las economías locales, se la están cerrando a la formación del capital humano del futuro. Se la están cerrando al desarrollo, se la están cerrando a la dignidad. ¡Y así dicen que apoyan a los programas!

¿Cuándo entenderán que los beneficiarios no son solo los que reciben Q300 mensuales de Mi Familia Progresa? ¿Habrá forma de que algún día visualicen que más jóvenes en Escuelas Abiertas, son más ciudadanos creativos y emprendedores? ¿Cuándo se darán cuenta de que miles de guatemaltecos han empezado a comer por lo menos dos tiempos, gracias a que existen los Comedores Solidarios? ¿Cuándo comprendenderán que una sociedad sin gente en la miseria, necesariamente es una mejor sociedad. ¿Es muy difícil entender que LOS BENEFICIARIOS SOMOS TODOS?

jueves, 2 de diciembre de 2010

Rudos vs. Técnicos

La manera cómo la prensa interpreta (manipula) cierta información relacionada con los programas de Cohesión Social hace recordar las justas de lucha libre, donde el eterno dilema entre el mal y el bien se materializa en dos bandos irreconciliables: rudos contra técnicos. Veamos un par de ejemplos.

Óscar Clemente Marroquín, en su habitual columna en La Hora, cometió un desliz incalificable al comentar el dato de escolaridad del Informe de Desarrollo Humano 2009-2010 del PNUD. “No se reflejan los resultados”, afirmaba, en referencia a que la Tasa de Escolaridad Neta debía presentar mejores números, “si realmente Mi Familia Progresa fuese efectivo”.

Obviamente, Marroquín no es técnico. Por ello no se percató de que el informe recaba información hasta el año 2008, es decir, el año en que arrancó Mifapro y que para entonces solo cubría 89 de 333 municipios, con un total de 280,998 beneficiarios.

Por otro lado, la Tasa de Escolaridad Neta es el cociente entre el número de personas escolarizadas en cada nivel con edad escolar pertinente y el total de la población de ese grupo de edad (glosario del citado informe). Traducción: el impacto de Mifapro se mide evaluando aisladamente a la población escolar que atiende.

Pero no es todo. El sábado, de manera similar, elPeriódico comparó manzanas con peras para concluir que: “Mifapro con resultados dispares en cobertura educativa”. En realidad fue una manipulación absurda de los indicadores del Índice de Avance Educativo Municipal, elaborado por Usaid. La nota llega a la grosería de comparar datos como si el programa hubiese arrancado en todos los municipios al mismo tiempo y, más grave aún, como si ese fuera el único medio de propiciar la asistencia de los estudiantes.

Con estos ejemplos es pertinente recordar aquello de “zapatero a tu zapato”. Si un medio quiere enfocar un tema especializado, su gorda obligación es asesorarse por gente igualmente especializada. Y si en periodismo ocurre esto, ¿cuántas barbaridades no habrán cometido las fiscalizadoras del Congreso. ¿A quién le va usted? ¿A los rudos o a los técnicos?

Mario Antonio suscribe falacias

La columna publicada ayer por el periodista Mario Antonio Sandoval con el título “Los comentarios de un conocedor”, me hizo recordar aquellos redundantes anuncios de perfumes en los que se acude a la figura de un cantante de moda, para inducir al público a comprar “la misma fragancia que usa su estrella favorita”.

El artículo es una recopilación de citas textuales emitidas por el ex canciller Fernando Andrade Díaz-Durán durante una entrevista con elPeriódico, en las cuales destaca la visión pesimista del entrevistado hacia el Gobierno de turno y, muy especial pero desacertadamente, hacia los programas de Cohesión Social. Sandoval califica este análisis de “muy acucioso, certero y claro”. Es decir, con un argumentum ad verecundiam suscribe lo que asegura “el conocedor”.

Estoy y siempre estaré de acuerdo con las críticas hacia los programas de Cohesión Social. Nadie ha dicho que son perfectos, aunque todos creemos que son perfectibles. No obstante, a mi criterio personal, me parece que “su larga carrera en el gabinete, la Cancillería, la diplomacia y participación directa en etapas de la historia nacional” (vamos, ¿que espera para comprar este perfume?) tampoco lo autorizan para descalificar esa iniciativa social.

Veamos un repaso a las citas que emocionaron a Sandoval:

“Los programas de Cohesión Social no han tenido transparencia…”.

Pero…, no es necesario ser conocedor para emitir semejante criterio. Durante estos tres años lo han repetido casi por inercia, tirios y troyanos, moros y cristianos, demócratas y republicanos, patriotas y camperos. Sin embargo, ¿alguien ha podido demostrar la falta de transparencia?

Lo que hemos visto alrededor de este tema es abundante ignorancia. Y lo digo con respeto. Y el problema no es eso; lo es el hecho de repetir un argumento falaz ad eternum y utilizar la calidad de “conocedor” para contaminar a otros.

Me imagino, por lo que afirma, que ni uno ni otro han visitado jamás el sitio.

Mi Familia Progresa

Quizá no es la panacea, pero ahí está una fuente para incentivar el espíritu inquisidor y buscar la verdad (¿qué, no es esa la función primigenia del periodismo?).

Ahí encontrarán procesos, temas administrativos, gestión financiera, beneficiarios, resultados, etc. Por supuesto, se trata de finanzas públicas y se requiere un mínimo de conocimientos específicos para comprender muchos de los temas relacionados, empero, eso no implica oscuridad. Lamentablemente, aún no se ha inventado el Sicoin inspirado en la metodología de Plaza Sésamo.

También afirma el ex Canciller:

“…hubo que iniciar acciones judiciales para fiscalizarlos y saber cómo se manejan los recursos y a quiénes llegan”.

Le refresco la memoria:

Lo que estaba en juego no era el facilitar el trabajo de los fiscalizadores. Era el derecho individual consignado en el artículo 30 de la Constitución de la República. Admiro la actitud del Presidente Colom de acatar la decisión de la Corte de Constitucionalidad, aunque en lo personal siempre sostendré que fue una sentencia no apegada a derecho, con el agravante de que ahora tenemos una sociedad donde unos gozan de la confidencialidad y otros no.

Y sin embargo, disculpen de nuevo:

Me imagino, como dice Díaz-Durán, que ahora ya saben “cómo se manejan los recursos y a quienes llegan”.

¡Perfecto! ¡Se han dado cuenta, entonces, de que ahí no hay corrupción ni anomalía alguna. Que los recursos están llegando a 1,970,687 niños de 230 municipios. ¿Acaso no es para alegrarse?

Les pregunto: ¿Dónde están las denuncias correspondientes?

Artículos como el citado justifican esta “Balanza de Fuego”. Ya vemos que hasta los conocedores se equivocan.

martes, 30 de noviembre de 2010

Las ansias de Oscar Clemente

Hace algunos días, el martes 16 de noviembre de 2010 para ser precisos, el periodista Óscar Clemente Marroquín escribió una de columna que sólo se puede calificar, siendo benevolentes, de desafortunada. Según este autor, en el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2009-2010 “no se reflejan los resultados” que el programa de transferencias monetarias condicionadas, Mi Familia Progresa, ha generado en el ámbito escolar.

Es cierto que un periodista no está obligado a conocer acerca de mecanismos y procedimientos técnicos. No obstante, precisamente porque su responsabilidad profesional es informar y porque los periodistas sabemos “un poco de todo, pero nada de mucho” si está obligado a informarse acerca de aquello que desconoce. En este caso, es evidente que a Marroquín, tal como lo ha demostrado en estos últimos años, le ganaron las ansias de colocar otra mancha sobre Mi Familia Progresa, sin importarle que en el proceso no solo haya desinformado al público.

Analicemos el libelo de Marroquín:

“Al nada más recibir copia del Informe Nacional de Desarrollo Humano para el período 2009-2010, busqué los indicadores escolares para ver el impacto de programas de transferencias condicionadas que tienen la finalidad de incentivar el envío de los niños a la escuela. Sin embargo, me llama poderosamente la atención que los logros del lustro de 2005 al 2010 no se acercan, ni remotamente, a los que reflejan las cifras para el período 2000 al 2005.”

Repito: le ganaron las ansias y en lugar de leer el contexto y esencia del Informe, como lo haría cualquier analista serio, optó por lo que hace la inmensa mayoría de periodistas guatemaltecos: buscar “donde está el clavo”, no la información. Es decir, trabajar con palabras en lugar de buscar las ideas.

Prosigamos:

“La tasa neta de escolaridad para el nivel preprimario pasó de 37.3 por ciento en el año 2000 al 47 por ciento en el año 2005. Para el año 2010 aumentó apenas al 49 por ciento según el informe, lo cual demuestra que mientras en el primer lustro hubo un incremento porcentual de casi el 10 por ciento, en el último apenas fue de dos. En educación primaria el aumento fue del 85.4 por ciento al 93.5 por ciento en 2005, mientras que en esta última apenas se incrementó en 1.8 por ciento.

Corrección:

Si Marroquín se hubiese tomado la molestia, no de leer la Socioestadística de Manuel García Ferrando o la Introducción a la Estadística para las Ciencias Sociales, de Daniel Peña, sino tan solo de darle un vistazo a la página 415 del citado Informe del PNUD, se habría dado cuenta que ahí se define:

Tasa neta de escolaridad ciclo básico: porcentaje de alumnos de 13 a 15 años de edad que están en básico, en relación con la población de 13 a 15 años de edad.

Tasa neta de escolaridad pre primaria: porcentaje de alumnos de 5 a 6 años de edad que están en pre-primaria, en relación con la población de 5 a 6 años de edad.

Tasa neta de escolaridad primaria: porcentaje de alumnos de 7 a 12 años de edad que están en primaria, en relación con la población de 7 a 12 años de edad.

Es decir:

Tasa neta de escolarización: es el cociente entre el número de personas escolarizadas en cada nivel con edad escolar pertinente (Educación Primaria: 6 a 12 años, Educación Básica 13 a 14 años, Polimodal: 15 a 17 años, y el total de la población de ese grupo de edad.

Como puede verse, el error garrafal –revelador de que al autor lo mueven intenciones oscuras- consiste en no considerar que la Tasa Neta de Escolaridad, para su cálculo, abarca a TODA la población escolar de un país en función de la población escolar total de determinada edad.

Además, en el caso de las Transferencias Monetarias Condicionadas Mi Familia Progresa, para el año 2008, Guatemala únicamente había llegado a 89 de 333 municipios, cubriendo para entonces a un total de 280,998 personas beneficiarias. Para entonces, Mifapro tenía apenas 8 meses de actividad.

Otro error gravísimo es emitir un comentario concluyente, sin percatarse de que el Informe se realiza con datos de dos años antes. Aunque el informe corresponde al período 2009 – 2010, las tablas empleadas por el PNUD son de datos correspondientes a dos años. ¡Menuda diferencia!

¿Continuamos?

Con un increíble despliegue de ignorancia o de mala intención, Marroquín asegura:

“En el nivel Básico el año 2000 tenía un índice de 24.7 por ciento, mismo que aumentó al 33.2 por ciento para el año 2005. Para 2010 el indicador llega al 37.2 por ciento, lo que evidencia nuevamente menos incremento porcentual y en el Diversificado del 15.4 por ciento pasó al 19, para alcanzar apenas un 20.1 por ciento en este año".

Esto es grave; gravísimo:

¿Cómo es posible que el director de un medio de comunicación, y además uno de los más acérrimos enemigos (porque ya no sólo es crítico) de los programas de Cohesión Social, a estas alturas desconozca que Mi Familia Progresa NO atiende a la población escolar en los niveles básico y diversificado?

Incluso, por si fuera poco, rubrica su elegante desconocimiento de una manera preocupante:

“Ciertamente los programas sociales no tienen efecto inmediato, pero si en alguno se debiera medir de manera inmediata el resultado es en el de las transferencias condicionadas de Mi Familia Progresa porque el mismo tiene como fundamento incrementar la asistencia escolar en los distintos niveles educativos”.

Por ende, resulta incomprensible de dónde pudo Marroquín sacar una información como la siguiente:

"…en otros países han dado resultados inmediatos en el aumento de la escolaridad.”

Falso de toda falsedad. Los resultados no son obra de magia. En Brasil, el país modelo de estos programas, los resultados “inmediatos” tomaron casi cuatro años para reflejarse en los indicadores nacionales.

O esto otro:

“…un programa que está diseñado específicamente para ayudar a las familias a cambio de que sus hijos vayan a la escuela, tendría que haber tenido un impacto mucho más marcado que el incremento que se notó en el primer lustro de esta década, cuando no había transferencia alguna ni las familias recibían beneficio por enviar a los hijos a la escuela.”

Mejor lo dejo aquí y lo invito a que juzgue usted.

Mi Conclusión:

Tal y como lo hemos visto durante el período de vigencia de los programas de Cohesión Social, Óscar Clemente Marroquín es uno de los tantos detractores de esta iniciativa, siguiendo un obvio patrón de agenda politiquera, y a veces marcadamente personal, en desmedro de una auténtica preocupación periodística o ciudadana.

La prueba fehaciente es el tema aquí analizado, del cual también es ilustrativo presentar otra anotación de Marroquín, porque asume conclusiones que ningún experto se atrevería a sostener:

Siempre dije que la falta de transparencia era un atentado contra la solidez de estos programas, puesto que resulta que no tienen respaldo en resultados concretos. Hoy por hoy el único en realidad medible sería un notable incremento de la escolaridad, pero ni por asomo se acercan a los logros de antes.

Es obvio que el articulista también desconoce que el mecanismo técnico idóneo para establecer lo que afirma, se denomina Línea Basal o Línea Base (incluso, mucho más certero que el Informe del PNUD) cuya medición periódica sirve para indicar cuáles son los resultados efectivos que va generando el programa. (En Guatemala, dicho proceso actualmente está a cargo del Instituto Nacional de Salud Pública de México, gracias a un financiamiento del BID).

De hecho, todo ataque contra estos programas ha tenido y seguirá teniendo el beneplácito de La Hora, más aún cuando las baterías se enfilan contra la Primera Dama de la Nación, Sandra Torres de Colom. Al parecer, Marroquín no ha parado de sudar las calenturas de la campaña política pasada, ni puede perdonarle al Gobierno el hecho de no contratarle pauta publicitaria.

La lección es categórica: cuando un periodista asume una agenda política y la defiende, es inútil toda explicación que contraríe su criterio. Como persona de principios demócratas, estoy de acuerdo con las críticas hacia los programas de Cohesión Social; las considero válidas, necesarias y respetables. Con lo que jamás podré estar de acuerdo, es con la irresponsabilidad que se comete al señalar sin fundamento, máxime cuando se trata de un periodista, cuya función debería ser informar adecuadamente.

A Oscar Clemente le ganaron las ansias de hacer pedazos los resultados de Mi Familia Progresa, pero cayó en una especie de vergüenza ajena frente a quienes sí saben de mediciones técnicas. Esa es la pequeña diferencia entre una crítica constructiva y un ataque hepático. Seguiremos adelante.

Balanza de Fuego

Soy un ciudadano guatemalteco, en pleno goce de sus facultades y derechos. Uno de mis valores personales ha sido la defensa férrea de la libertad de emisión del pensamiento, por antonomasia, “la libertad de libertades” de los seres humanos. (Es muy distinta de la libertad de Prensa, ya que esta última ha sido conculcada por una élite que decide, según su particular agenda, cuál y cómo debe ser la “información” que llega a la ciudadanía).

Afirmo lo anterior con pleno conocimiento de causa, luego de varios años de conocer el desempeño de nuestra Prensa desde sus fibras más íntimas. Desde el año 2008 dejé esa función, para ejercer una de las actividades que más satisfacciones me han generado en la vida: la Vocería del Consejo de Cohesión Social.

Esa satisfacción obedece a que, desde siempre y de manera inclaudicable, he creído en la necesidad de que el Estado vuelva sus ojos a las personas más pobres de este país. Obviamente, no me refiero a ayudar por ayudarlos. Me refiero, a generar los apoyos sustanciales para empezar a revertir los rezagos sociales acumulados y que se traducen en indicadores de vergüenza, según lo demuestran, entre otros documentos, los Informes anuales de Desarrollo Humano del PNUD.

Precisamente por mi convicción de que Cohesión Social es la respuesta, siento en lo personal esa grata sensación que solo se percibe cuando uno empieza a materializar sus ideales. Sé que empezamos tarde, pero también estoy segurísimo que ante el juicio implacable de la historia, un día lejano estos programas tendrán que ser valorados por su valioso aporte en la formación del capital social que anhela esta sociedad para ser más humana.

Además, porque estos programas corresponden perfectamente con los ideales Socialdemócratas que llevo en el ADN y que se han acentuado con el tiempo, por convicción personal. Tuve el privilegio y el honor de participar desde muy joven junto a las generaciones pioneras de esta ideología en Guatemala, especialmente como compañero del líder y mártir Manuel Colom Argueta, en cuyo honor escribí el libro “Meme Colom, líder de líderes”.


http://meme-colom.blogspot.com/

Por otro lado, inicio este ejercicio porque creo que estamos de acuerdo: es el siglo XXI y el futuro que vislumbraron nuestros ancestros, por fin ha llegado. En realidad, quizá no se parece mucho al que soñaron, pero aquí está. Es nuestro tiempo y tenemos que vivirlo y tenemos que aprovecharlo, dejando testimonio escrito de lo que hoy acontece. Muchas cosas pasan en el mundo de esta era postmoderna y nada mejor para quienes somos aficionados a la casi extinta práctica de la escritura, que recoger esos acontecimientos en un espacio virtual como el que permiten estos ciber recursos.

¿Por qué una balanza de fuego? Hemos visto, desde los últimos años, que la libertad de expresión atraviesa una de sus etapas más críticas. La Fundación Esquipulas para la Democracia, ha invitado a debatir el rol de los medios de comunicación en los términos siguientes: “¿Están cumpliendo o no su papel en la formación de una cultura de paz, o solo se están aprovechando de su libertad, pero sin compromiso con la consolidación democrática?”.

La desinformación generada desde los medios, al privilegiar los temas que desacreditan una actividad, al negarle a los funcionarios el espacio apropiado para equilibrar los ataques o, simple y sencillamente, publicar notas que más parecen fruto de intereses políticos o particulares, hacen necesario balancear el acceso a la información y así permitir que más público pueda tomar decisiones con libertad.
Por eso, porque soy testigo de una época de grandes desafíos acudo a este espacio. Porque veo que nuestro país sigue enfrentando los mismos desafíos de siempre. Esos grandes desafíos, como antes lo fueron las dictaduras militares, como antes y ahora lo ha sido la corrupción, como siempre lo fuera la violencia desbocada y como ahora lo es una Prensa renuente a su obligación primigenia, ameritan enfrentarse, no desde la comodidad del mediatintismo sino desde una firme pero equilibrada BALANZA DE FUEGO… como esta que pongo a su disposición.